Murió el legendario Eddie Van Halen a los 65 años

El rock duro convirtió la guitarra eléctrica en su fetiche máximo, con su sonido anguloso, con sus ruidos chillones y ese calor que parece emanar de la distorsión y el volumen, y entre todos los héroes de su plástica expresividad, Eddie Van Halen fue uno de los más conocidos y celebrados. Ese atlético adorador de la vieja liturgia del rock ha muerto este martes a los 65 años, a causa de un cáncer de garganta, en un hospital de Santa Mónica (EEUU).

Van Halen fue un dios de la guitarra cuando la guitarra tenía dioses. En las tres décadas entre la oleada del primer rock inglés, la de mediados de los años 60, y la explosión comercial del llamado rock alternativo, a mediados de los 90, ser un virtuoso de la guitarra eléctrica era el mejor atributo que cualquier aspirante a estrella del rock podía atesorar. Van Halen fue rey en los años 80 y retuvo el aura de su leyenda el resto de su vida.

Inequívocamente californiano, aunque nacido en Holanda, Eddie Van Halen, de nombre Edward Lodewijk, nació en 1955 y se inspiró en los Clapton y Page para saltar a la estratosfera en mallas a mediados de los 70, cuando el mundo descubría el punk y la música disco y el heavy metal era sinónimo de mal gusto: algo rudo y vulgar.

Sus largos solos con las notas en cascadas vertiginosas fueron el sello de su popular banda, Van Halen, que compartía con su hermano Alex (batería) y con el rimbombante vocalista David Lee Roth.

Van Halen fue un grandioso show itinerante de rock, laca, pechos sudorosos y fuegos artificiales que recorrió el mundo durante dos décadas propagando himnos para corear con el puño en alto como Jump, Ain’t Talkin’ ‘Bout Love, Runnin’ With the Devil, And the Cradle Will Rock o Panama. Aunque si bien es cierto que sus millones de fans conocían las letras, lo que se sabían de memoria y podían cantar sin fallar una nota o efecto eran los solos de esas canciones (o de Beat it, de Michael Jackson, que Eddie Van Halen grabó en media hora sin cobrar tras recibir la invitación del productor Quincy Jones).

Eran años de fiestas míticas, de conciertos multitudinarios y de consumo inmoderado de alcohol, cocaína y pastillas. Su disco 1984, publicado ese mismo año, fue la cumbre de su éxito, con más de 10 millones de ejemplares solo en EEUU, un éxito que no decayó con el tiempo: hoy Van Halen es el vigésimo grupo con más discos vendidos de la historia en su país y suma 80 millones de ejemplares a nivel mundial.

La década de los 90 asesinó los solos de guitarra, una figura considerada anacrónica e incluso ridícula por los grupos del grunge, que no dejaban de ser una nueva generación de aficionados al rock duro. Con el cambio de gustos y tras el abandono de Roth en 1985, la importancia de Van Halen (tanto la banda como el propio guitarrista) se fue diluyendo poco a poco hasta que a finales de esa década el grupo se disolvió.

Eddie Van Halen mantuvo su carrera desde entonces sin querer reinventar su estilo, llegó a reunir a su banda, entró y salió de más de una clínica de desintoxicación y no dejó un solo puente de una sola canción sin rellenar con los rápidos punteos y los sonidos estridentes de su guitarra.

Fuente: El Mundo